El sueño de tener Internet en casa en Cuba
En el portal de una casona comparten espacio una cafetería y un taller de reparaciones de teléfonos móviles. Ariel, que apenas tiene veinte años, ofrece a sus clientes desde el desbloqueo del terminal hasta la instalación de nuevas funciones. “El día en que yo pueda tener una conexión a Internet, daré un mejor servicio y de forma más rápida”, asegura. Sin embargo, los funcionarios de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) no acaban de ponerle fecha a ese momento.
En un largo reportaje publicado este sábado en el periódico Juventud Rebelde, directivos de Etecsa respondieron preguntas de usuarios sobre la ampliación de los servicios telefónicos y de datos. Paradójicamente, al foro debate sólo pudieron acceder quienes cuentan con conectividad a la web, ya fuera ofrecida desde una institución oficial o pagada a los altos precios de los locales de Internet o de los hoteles. No obstante, las preguntas apuntaron directo al meollo de la cuestión que se debate entre los cubanos. “¿Cuándo se podrá tener Internet en la casa?”, indagaron los internautas, pero la respuesta fue una secuencia de galimatías y proyectos sin calendario ni compromiso claro.
Según el texto aparecido en la publicación oficial, la tendencia es a “mejorar la calidad de los servicios en las más de 230 salas ubicadas en sitios de terceros” que ofrecen acceso a la web. Mientras que la conexión desde celulares y hogares deberá esperar por “el despliegue de la inversión necesaria para brindar servicios con la calidad que se requiere y que su crecimiento pueda ser sostenible con el tiempo”. Ninguno de los funcionarios entrevistados quiso ser más específico en cuanto a la fecha.
No obstante, Jorge Luis Legrá, director de Programas Estratégicos de Etecsa, al ser cuestionado sobre los problemas para la entrada y salida de datos dentro de la Isla, confesó que “desde el punto de vista técnico ya esta parte ha sido solucionada en gran medida con la puesta en operación del cable submarino Alba-1”, instalado entre Cuba y Venezuela. Sin embargo, apuntó que aún se “requiere realizar inversiones en la red nacional de telecomunicaciones”.
Sorprende que el artículo de Juventud Rebelde no aluda a los recientes anuncios del presidente Barack Obama de autorizar “el incremento de las conexiones de telecomunicaciones entre Estados Unidos y Cuba”. De concretarse la medida, Etecsa se encontraría ante un gran dilema: extender la conectividad a Internet como un próspero negocio o ser desplazada por las ofertas que Verizon o AT&T podrían presentar para los viajeros norteamericanos que lleguen a la Isla. Esas ofertas serían aprovechadas por los nacionales para acceder a la web con el servicio de roaming internacional o por otras vías.
En junio de 2013 se puso en funcionamiento la nueva plataforma de correo electrónico conocida como Nauta, pero tuvieron que transcurrir nueve meses para que esta estuviera accesible desde los teléfonos celulares. Aunque Etecsa ha anunciado como un éxito la creación de 460.000 cuentas en este servicio de email, lo cierto es que los indicadores están aún muy por debajo del promedio regional. Por otro lado, no todo es color de rosa en las 118 salas de navegación habilitadas a lo largo del país para el acceso a la web o a la mensajería.
Los mayores problemas que padecen estos locales incluyen desde la ausencia de mantenimiento tecnológico, que ha hecho disminuir el número de computadoras, hasta “la caída del sistema” que impide frecuentemente la conexión. Aires acondicionados que no funcionan, tarjetas con códigos de conexión que desaparecen de la red de ventas y el mal funcionamiento de los puertos para conexión de memorias USB se suman a las críticas de los usuarios. Si los números de clientes siguen creciendo en estos lugares no es tanto por la calidad del servicio, sino por la necesidad de acceder a Internet.
Mientras tanto, Etecsa pesca dividendos, mantiene sus altas tarifas y coloca en la línea del horizonte el momento de llevar Internet a los hogares cubanos. “Esto será así hasta que ellos quieran”, vaticina Ariel, quien, mientras llega el ansiado día de navegar desde su taller para móviles, apela a las conexiones ilegales o a los paquetes de aplicaciones que circulan en el mercado subterráneo. La única telefónica cubana podría ganarlo pronto como cliente de datos o perderlo definitivamente.